El alcalde ha repetido lo ya conocido hasta la saciedad. Un balance pobretón, falto de autocrítica, con un nivel bajo de exigencia, conformista, no ha hablado de proyectos pendientes y presupuestados, ni ha avanzado puntos del próximo plan de impulso

Los socialistas reclaman a Gragera contagiar a la ciudad de ilusión con proyectos potentes y no con propaganda

Gragera ha venido para salvar a Badajoz de las políticas transformadoras que ha venido desarrollando el PP hasta su llegada. Es un tanto absurdo hacer un balance “de lo hecho en 50 días”, donde se apunta lo suyo y lo de los demás y oculta lo principal: que tanto el alcalde como sus concejales (incluidos los nuevos) han estado más a la campaña electoral de Feijóo que a los asuntos municipales. Más preocupados en repartir propaganda del PP en campaña, que en entrar a fondo en sus respectivas concejalías. El alcalde y todos aquellos que como él pasaron súbitamente de Cs al PP, están obsesionados además con parecer pata negra pepera y, fuerzan tanto la máquina, que a peperos no les gana ningún militante de toda la vida del partido azul marino.

El balance que ha realizado el alcalde ha sido propaganda y autobombo y ha reconocido que la gente del PP le pide que repita lo que hacen, que no lo sabe la ciudadanía. Y es lo que ha hecho. Hasta los desayunos ha incluido en el balance. Y Vive la noche y Vive el verano. O que se están arreglando fuentes que ellos mismos se dejaron estropear. En ningún momento habló del grado de ejecución de los proyectos, o el nivel de empleo creado. De grandes inversiones a acometer tras su vuelta de vacaciones no dijo nada. Ni se acordó de El Pico y su transformación en espacio de conciertos o de acometer la recuperación del Conventual para edificio municipal. Ni mencionó El Campillo y sus próximas fases. Ni la playa fluvial. Ni se acordó del Molino de los Moscoso, y si había alguna novedad al respecto. En esos 50 días no han debido mover un papel de la piscina de la margen derecha que no ha tenido ni un segundo en el balance. No hay ni rastro de proyectos anunciados en noviembre pasado y suman varios millones de euros. Salvo que por fin han concedido la licencia para el colegio de Gévora, poco más hay reseñable. Mucho autobombo y nula autocrítica.

Como conclusión podemos decir que, ahora, después de 28 años, lo van a hacer todo. Todo, sea lo que sea. La consiga del alcalde es dar la razón a todos y aventurar que “lo sabemos, estamos en ello, lo haremos” para no ser molestados con preguntas impertinentes.