Por Ricardo Cabezas Martín
Portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Badajoz

Muchos días, cuando voy camino del Ayuntamiento de Badajoz, pienso en los cincuenta y seis concejales del PSOE e IU que de 1995 a 2015 estuvieron en la oposición municipal bajo aquella mayoría arrogante del PP. Intento ponerme en su piel como si detrás de esta nueva oposición con mayoría estuvieran todos esos concejales y concejalas de legislaturas pasadas que palparon que el poder desgasta solo a quien no lo posee. Quien no supo gestionar la mayoría absoluta difícilmente procurará el consenso. El pecado capital de la ausencia de diálogo nos llegó hasta mayo pasado. Los mismos que negaron el pan y la sal a más de 800 mociones de la oposición y silencio a miles de preguntas que de forma inmisericorde fueron a la papelera, abrazan ahora el diálogo cuando se han quedado sin argumentos ni conversación.

La actividad municipal absorbe al completo el día a día de un concejal sin liberación. Cualquiera da lecciones de cómo hacer mejor oposición o gobierno cayendo en expresiones fáciles como la crítica constante, el “y tú más” o el “no” a propuestas. Estas apreciaciones superficiales denotan que es muy difícil para todos argumentar con solvencia y que hasta el más avispado se queda en el introito de la crítica. La crisis económica, también lo es de talento y de talante. Tengo claro que en gobierno u oposición debemos hablar y ser inconformistas. Tenemos que practicar la libertad y el buen gobierno y trasladarlo con pragmatismo a todos los rincones de la ciudad. Si ahora, a quien lee este artículo le pregunto por cinco asuntos trascendentales, solo cinco, para la ciudad de Badajoz, para el presente o futuro, marcando su prioridad, muchos no sabrán qué responder pues es complicado. Otros se saldrán por la tangente, teorizando, divagando y sin aplicar la lógica prudencia, objetividad y realismo. Pero vayamos más allá: esos objetivos ¿cómo y cuándo se hacen? Me dirán que la ciudad tiene un plan estratégico. Así es, ¿pero encima de qué mesa está marcando el rumbo?, ¿cómo se traslada a los presupuestos municipales?, ¿cuándo esos proyectos empezarán a ser verdad? Sin mayoría, ¿seguimos el programa del equipo de gobierno o de la oposición, o ninguno? Nos machacan publicitariamente con un ayuntamiento saneado, pero resulta que es cicatero en las inversiones necesarias y el mantenimiento y, cuando se hacen, se demoran en exceso en el tiempo. Nadie nunca pidió perdón, entonó el mea culpa o hizo autocrítica por los desatinos. Y peor, pocos lo exigieron con pasión. Es verdad que Badajoz ha avanzado y ha progresado más aun si no la comparas con ninguna otra. La memoria puede flaquear pero sería insensato no reflexionar sobre cómo hemos llegado hasta aquí y qué camino seguir para trabajar con más efectividad incorporando a los excluidos.

Se necesita un cambio en el fondo que afecte a las formas. No es suficiente por contradicción que tras veinte años se invite ahora a la oposición a la cena de Navidad con los medios de comunicación (antes solo acudían periodistas, equipo del PP, personal de confianza del PP y alcaldes pedáneos del PP), o a Fitur, o a la comida de San Juan o al Observatorio del Cambio, donde a ningún concejal de la oposición se le invitó a participar desde su creación. La ausencia de mayoría no debiera haber limitado nunca la participación de la oposición en ningún foro pagado con dinero público. Las diferencias ideológicas también encuentran sus puntos de convergencia y su espacio sin necesidad de usurpar los derechos propios. Y ese, para quien escribe, es uno de los fundamentos para el diálogo y consenso: el respeto.

Todos tenemos mucho que aprender y que corregir por el bien de la ciudad. Vivir en el diálogo permanente no ralentiza la actividad municipal y sí evita perfeccionar errores de otra época o caer en un adoctrinamiento por eslóganes caducos a pesar de su reiteración. Las diferencias entre unos y otros, el “no” razonado a propuestas solo deben ser punto y seguido, sin inflexión alguna, dentro de la más absoluta normalidad democrática. Los cincuenta y seis concejales que hasta anteayer estuvieron en la oposición con sus cientos de mociones y preguntas destruidas que buscaban lo mejor para Badajoz parecen gritarnos que aquellas iniciativas merecen una segunda oportunidad y que actuar con sectarismo fue dañino para la ciudad.

Pelillos a la mar. Olvidemos la pugna. Conocemos que las consecuencias del uso y abuso de la mayoría absoluta frente al adversario perjudican sobre todo a la ciudadanía. Es el momento de conocer para qué sirve la mayoría simple y el uso que se hace de ella. Ahí está el quid de la cuestión. Es más sencillo saber lo que no es: dividir para vencer, coger un atajo, percepción dominante del juego político, alergia a la dialéctica, potenciación de los antagonismos, oídos sordos al pulso social, confundir sus posiciones con las de la mayoría social, esquivar el debate… No entender la nueva situación es una trampa, no un trampolín. Hay algo peor que la mayoría absoluta: añorarla. Y eso ya no tiene remedio.